Tancredo (Lecce, c. 1138 – 20 de febrero de 1194) fue conde de Lecce (1149-1154 e 1169-1194) y después rey de Sicilia desde 1189 hasta 1194.
En 1190 Ricardo I de Inglaterra llegó a Sicilia a la cabeza de un gran ejército cruzado en su camino hacia Tierra Santa. Ricardo inmediatamente pidió la liberación de su hermana, Juana, encarcelada por Tancredo en 1189, junto con cada penique de su dote y su herencia. También insistió en que Tancredo cumpliera sus compromisos financieros hechos por Guillermo II a la Cruzada. Cuando Tancredo se resistió a sus peticiones, Ricardo capturó un monasterio y el castillo de La Bagnara.
Ricardo se unió en Sicilia con el ejército cruzado francés, encabezado por Felipe II de Francia. La presencia de dos ejércitos extranjeros causó el descontento entre los sicilianos. En octubre, el pueblo de Mesina se rebeló, demandando que los extranjeros abandonaran la isla. Ricardo respondió atacando Mesina, que fue conquistada el 4 de octubre de 1190. Después de que la ciudad hubiera sido saqueada y quemada, Ricardo estableció su base allí y decidió quedarse aquel invierno.
Permaneció en Mesina hasta marzo de 1191, cuando Tancredo por fin accedió a concertar un tratado. Según los principales términos del tratado:
Juana sería puesta en libertad, recibiendo su herencia al mismo tiempo que la dote que su padre le había dado por la defunción de Guillermo.
Ricardo y Felipe reconocían a Tancredo como el rey legal de Sicilia y juraban los tres guardar la paz entre sus reinos.
Ricardo proclamaba oficialmente a su sobrino Arturo de Bretaña, hijo póstumo de Godofredo, su heredero y Tancredo prometía casarse con una de sus hijas cuando Arturo llegara a la mayoría de edad (tenía entonces cuatro años).
Después de firmar el tratado Ricardo y Felipe partieron de Sicilia hacia Tierra Santa.
Después de haberse librado por fin de los cruzados, Tancredo se enfrentó a una amenaza procedente del norte. En abril de 1191, en Roma, Enrique y Constanza habían sido coronados emperador y emperatriz por el Papa Celestino III, y entonces la pareja volvió al sur para reclamar el reino de Sicilia en nombre de Constanza, que era la hija póstuma de Rogelio II de Sicilia y de su tercera esposa Beatriz de Rethel, y por consiguiente la heredera legítima al trono.
Constanza acompañó a su marido a la cabeza de un considerable ejército imperial que entró en el Regno. Las ciudades del norte del reino abrieron sus puertas a Enrique, inclusive las fortalezas normandas de Capua y Aversa. Salerno.
El pueblo de Salerno vio la oportunidad de ganar el favor de Tancredo y le entregó a Constanza en Mesina, un premio importante dado que Enrique tenía intención de regresar. Sin embargo, Tancredo estaba dispuesto a prescindir de la ventaja de su negociación, es decir, la emperatriz, a cambio de que el papa Celestino III le legitimara como rey de Sicilia. A su vez, el Papa tenía la esperanza de que consiguiendo el viaje de regreso de Constanza a Roma, Enrique tendría mejor disposición hacia el papado, y también esperaba que el imperio y el reino se mantuvieran unidos. Sin embargo, los soldados imperiales pudieron intervenir antes de que Constanza fuera a Roma, y la devolvieron sin peligro a través de los Alpes.
Enrique había dejado guarniciones a lo largo de las fronteras del Regno. Tancredo trató de ganarse a las ciudades con considerables concesiones de privilegios. En Gravina (junio de 1192) reforzó su apoyo al Papa entregándole a un miembro de la familia real de Sicilia. En 1192 y 1193 lideró personalmente exitosas campañas contra los barones apulios. Pero a los pocos días, su muerte en Palermo (20 de febrero de 1194) abría el camino al gobierno Hohenstaufen en Sicilia.
Su esposa Sibilla de Acerra estableció la regencia de su segundo hijo Guillermo III, pero después Enrique VI regresó a Italia, ese año, con su ejército financiado por el lucrativo rescate de Ricardo I. Nápoles se rindió en mayo, casi sin lucha, y el resto del reino hizo lo mismo. Sibilla y el leal Margaritone prepararon la defensa de Palermo, pero sus habitantes admitieron al emperador el 20 de noviembre de 1194. La familia de Tancredo cayó en manos de Enrique, y se rumoreó que Guillermo III, castrado y ciego, murió en Alemania en 1198, el último rey normando de Sicilia.