Pedro el Ermitaño (Amiens, 1050 – Neufmoustier, 1115), también llamado Pedro de Amiens, fue un clérigo francés, líder religioso de la llamada Cruzada de los pobres, una peregrinación espontánea y armada que a finales del siglo XI intentó avanzar hacia Tierra Santa hasta ser rechazada y que sirvió de preludio a la Primera Cruzada.
Originario de Amiens, ya había recorrido con toda probabilidad lo que el mundo cristiano consideraba Tierra Santa cuando Urbano II lanzó su llamamiento a la cruzada el 27 de noviembre de 1095 tras el concilio de Clermont. La razón que exponía el papa era que tras la conquista de Jerusalén por los turcos selyúcidas a los árabes abasidas en 1073, se había prohibido desde entonces el acceso a los Santos Lugares a los peregrinos cristianos.
Mientras predicaba entre Bourges y Colonia, la elocuencia de Pedro el Ermitaño, hombre por otro lado de diferente cultura, levantó el entusiasmo de miles de cristianos (más de 12.000 hombres) que, al grito de Deus le volt, emprendieron la marcha en mayo de 1096 y llegaron a Constantinopla a finales de julio en donde el movimiento había crecido con personas que se adhirieron en el camino.
Tras avanzar hasta Nicomedia Pedro el Ermitaño ante los primeros reveses de su ejército regresó a Constantinopla para solicitar el apoyo del basileo, el emperador Alejo Comneno. Durante ese tiempo, su ejército fue masacrado por los selyúcidas de Rūm, en las llanuras de Civitot (Kibotos), y Pedro el Ermitaño esperó a que los nobles occidentales llegaran a apoyarle, lo que sucedió en mayo de 1097.
Jerusalén fue tomada el viernes 15 de julio de 1099, Pedro fue nombrado capellán del ejército victorioso. Dio un sermón en monte de los Olivos donde exigió a los soldados saquear la ciudad y aniquilar sus ciudadanos infieles desarmados, musulmanes, judíos, mujeres y niños, prometiendo la entrada al Paraíso por tales acciones.
De regreso a Huy (Bélgica) en 1100, Pedro el Ermitaño fundó allí el monasterio de Neufmoustier, en el que murió en 1115.
Cruzada de Pedro el Ermitaño
La Cruzada de Pedro el Ermitaño, también conocida como la cruzada popular o de los campesinos. Pedro el Ermitaño fue el campesino que le dio la idea al Papa Eugenio III. Fue una peregrinación espontánea popular surgida en respuesta al llamamiento del papa Urbano II en 1095 a la nobleza europea para la invasión y conquista de Tierra Santa.
Liderada por miembros del clero bajo como Pedro el Ermitaño y Walter el Indigente, fue rechazada por las fuerzas de los turcos selyúcidas en el intento de sitiar Nicea y siendo exterminados la mayor parte de sus peregrinos antes de alcanzar Tierra Santa.
Pedro el Ermitaño recorrió los burgos y los campos de Italia y Francia predicando la Cruzada a los humildes. Según se dice, era un hombre de pequeña talla, de faz enjuta, larga barba y ojos negros llenos de pasión; su sencilla túnica de lana y las sandalias le daban un aspecto de auténtico asceta.
Las multitudes le veneraban como si fuera un santo y se consideraban felices si podían besar o tocar sus vestidos. Reunió una abigarrada muchedumbre de 100.000 personas, entre hombres, mujeres y niños.
La mayoría carecía de armas, otros se habían llevado las herramientas, enseres de la casa y ganados, como si se tratara de un corto viaje. Atravesaron Alemania, Hungría y los Balcanes, creyendo siempre que la ciudad próxima sería ya Jerusalén. Saqueaban las aldeas y robaban el ganado por el camino para alimentarse, por lo que los gobernantes de las regiones por las que pasaban se vieron obligadas a darles suministros o a usar la fuerza para librarse de ellos.
En algunas ciudades atacaron a los judíos y sus propiedades. Llegaron a Constantinopla, donde el emperador bizantino Alejo I Comneno les facilitó buques para el paso del Bósforo. A principio de agosto atravesaron el estrecho y prosiguieron su descontrolado avance.
Alejo I había aconsejado a Pedro el Ermitaño que acampara y esperara a los otros cruzados que provenían del resto de Europa, pero los lugartenientes de Pedro se impacientaron y decidieron seguir la travesía, animados por los botines que conseguían en el camino. Marcharon hacia Nicea con un «ejército» de unos 20.000 integrantes.
En Nicea fueron emboscados y aniquilados por los turcos selyúcidas el 21 de octubre de 1096.1 Pedro el Ermitaño y un reducido número de supervivientes regresaron a Constantinopla, donde esperaron la llegada de los caballeros cruzados.
Esta otra expedición, respuesta a la misma convocatoria del papa Urbano II, pero organizada desde el punto de vista militar y social por la nobleza de varias monarquías europeas, recibe el nombre de Cruzada de los príncipes y es la que la historiografía suele denominar habitualmente como Primera Cruzada